viernes, 12 de noviembre de 2010

El régimen birmano autoriza la liberación de Aung San Suu Kyi

Activistas esperan la liberación de la disidente San Suu Kyi.

Aung San Suu Kyi, conocida simplemente como La Dama por los birmanos y como la Mandela de Asia fuera del país, está a punto de recobrar la libertad. La orden ha sido firmada la víspera de que expiré su último arresto domiciliario. Sus seguidores esperan que pueda abandonar este sábado la casa donde se encuentra incomunicada en Rangún, la principal ciudad del país.
La dictadura militar que dirige con mano de hierro Birmania desde hace cinco décadas ha decidido acabar con la detención de Suu Kyi después de atribuirse una aplastante victoria en las elecciones celebradas el pasado siete de noviembre, dentro de un supuesto proceso de democratización descrito como "una farsa" por la comunidad internacional.
La premio Nobel de la Paz podrá abandonar su encierro ocho años después de su última detención. En aquella ocasión, en una de las últimas entrevistas que pudo conceder, la esperanza democrática de los birmanos aseguraba a ElMUNDO.es que su sacrificio era insignificante comparado con lo sufrido por sus compatriotas. "Yo arriesgo mucho menos y mis sacrificios son siempre menores comparados con los de mi pueblo", decía.
La hija del padre de la nación y héroe nacional Aung San tiene 65 años y su salud se ha debilitado en estos años, según su médico personal. En las últimas horas se había negado a ser liberada con las restricciones que pretendía el régimen y que incluían la imposibilidad de hablar a la prensa extranjera o abandonar Rangún. "Sólo saldrá si es de forma incondicional", decía su portavoz y abogado, Nyan Win.
La intención de Suu Kyi es retomar su actividad política cuanto antes a pesar de que su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), ha sido ilegalizado y gran parte de sus colaboradores continúan en prisión. Al menos otros 2.000 presos políticos siguen encarcelados en manos de uno de los regímenes más represores del mundo.
La opositora birmana ha pasado 15 de los 21 últimos años bajo arresto domiciliario después de que regresara a su país en 1988 para liderar la resistencia contra la dictadura. Tras presenciar cómo los tanques aplastaban a miles de estudiantes en las calles de la capital, en agosto de ese año, La Dama anunció ante cientos de miles de seguidores que jamás descansaría hasta lograr la democracia para su país.
Su negativa a abandonar Birmania la obligó a seguir desde la distancia la muerte de su marido, Michael Aris, y la educación de sus dos hijos. Uno de ellos, Kim Aris, viaja ya camino de Rangún para reunirse con su madre, a la que no ve desde hace una década.
En la sede del LND, jóvenes seguidores de la Nobel de la Paz preparaban carteles de bienvenida. Las fuerzas armadas han reforzado la seguridad en toda la ciudad, conscientes de que Suu Kyi mantiene su poder de convocatoria en un pueblo que la idolatra. Fue precisamente el fervor que la opositora despertó tras su última liberación en 2002 lo que llevó a su última detención. Los generales temieron un levantamiento contra su gobierno al ver que miles de personas seguían su caravana por todo el país.
Lo impredecible del régimen ha llevado a miembros del NLD a no querer confirmar la liberación todavía, prefiriendo esperar a que se materialice mañana, día en que expira su último periodo de detención. "No existe ninguna ley que permita su detención un día más", decía su abogado Nyan Win.
Suu Kyi recobra la libertad en un país traumatizado. Birmania, que en los años 60 fue la nación más desarrollada del sureste asiático, es hoy una de las más pobres del mundo. El último intento de acabar con la dictadura, liderado por monjes budistas en 2007, terminó en una masacre en las calles de Rangún. Decenas de activistas han sido detenidos desde entonces y la oposición se encuentra debilitada.
La mayoría de los colaboradores más estrechos de Suu Kyi son ya mayores y los jóvenes no han tomado el relevo por los riesgos de hacer política en un lugar donde disentir supone un billete a una celda de aislamiento. El primer objetivo de la Mandela de Asia será tratar de revitalizar la oposición y devolver a los birmanos la esperanza de que se puede derrotar a los generales.

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